En los últimos meses la Iglesia de Chile ha estado en el centro de la noticia, derivado de la tardía o nula reacción que algunos de sus Obispos han tenido frente a la denuncia que los afectados o sus familiares les habrían hecho por los abusos sexuales sufridos por parte de clérigos cuando eran menores de edad.
El Papa Francisco ha señalado que, el dolor causado a las víctimas, es tremendo, pues es un crimen que deja a los afectados con vida y, de cuyas secuelas, sin embargo, quizás nunca se podrán recuperar plenamente. Esto, dicho así, es terrible y más aún cuando el crimen fuera perpetrado por quienes están llamados a proteger a los niños y desvalidos, lo que no es admisible en parte alguna, al interior de la Iglesia, rotundamente, ni siquiera debiera ser concebible.
Al momento del retorno de los Obispos al país desde Roma, a donde habían sido citados, cada uno de ellos ha puesto, con su firma, su cargo a disposición del Papa, para que éste, con mayor libertad, pueda tomar las medidas de gobierno que juzgue necesarias.
Nosotros, Diáconos de la Diócesis de Chillán, estamos conmovidos por esta situación que afecta a nuestra Iglesia; en primer lugar, por el daño causado a menores de edad, lo que provoca un inmenso dolor y angustia a las víctimas y sus familias y, luego, porque ha restado credibilidad a la Iglesia y ha resentido su actividad evangelizadora. Las personas, hoy, desconfían de ella y sus ministros.
Expresamos nuestra adhesión plena a esta Iglesia santa y pecadora, formada asimismo por santos y pecadores. Como parte de este cuerpo eclesial, hacemos lo propio y pedimos perdón a todas aquellas personas afectadas por la falta de consecuencia en nuestro servicio. Queremos seguir contribuyendo, con la ayuda del Espíritu Santo, al que hoy invocamos, para seguir anunciando el Evangelio de Jesucristo en todos los ambientes para que, con su influjo, nos renueve desde dentro y nos haga personas más justas, comprometidas y solidarias con los más desfavorecidos, los predilectos del Señor.
Diáconos de la Diócesis de Chillán